Fundación Ciudad Literaria

“A todo esto, ante los primeros y lejanos gritos anunciadores del desfile de ese nuevo candidato que había aparecido en la extrema izquierda, Salvador Allende, Luisito Grajales se había instalado en un descanso de la escalinata de acceso al Club, un lugar desde donde dominaba la Alameda a todo lo ancho, la fachada de la Universidad de Chile, la cabeza inclinada de don Andrés Bello entre las hojas de los plátanos orientales, los árboles tierrosos y el reloj que desde que él, Luisito, tenía uso de razón, marcaba mal la hora, veinte minutos adelantado o treinta y siete minutos tarde y donde su vista alcanzaba hasta los comienzos, si se empinaba un poco y esturaba el cuello, de la plaza Bulnes”