La triste piedra feliz
Tu madre habló de aquel muchacho («¿te acuerdas, Isabel?»,) que se tiró al mar desde la Roca Feliz. Hacía un año exacto de eso, un invierno exacto. La gente que vivía en los cerros le vio pasar y después dijo la gente que el muchacho iba cantando y su corbata suelta bailaba una danza fría en el viento del invierno y el viento suelto le azotaba la corbata, la ropa, la canción. Así caminó hasta la Roca Feliz. Era alta y solitaria y el día era nublado y era una tarde llena de invierno la que existía en el mundo. Así habló tu madre esa tarde (y nos inundaba con sus ojos de delgado color verde) y me miraba con fijeza, como diciéndome que nunca me matara. Afuera, a lo lejos, en la bahía, hizo sonar su tristeza la Boya del Toro, en medio de la noche negra y mojada, hizo llorar su triste hueso, su cuerno solitario y entonces nosotros tuvimos pena y me vine lleno de amor desolado hasta Santiago