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Juguetes alemanes

Así, en Valdivia, hay casas muy pintaditas, como juguetes alemanes; es la fachada, y detrás se va escondiendo el desperdicio humano o herradura de las inmigraciones que son los mestizos o pueblo chileno. Es algo amargo y desconsolador, al lado de la raza alemana, rica y saludable, un pueblo deteriorado y sin auxilio de esos triunfadores, puramente amparado por las leyes sociales. Un botero chileno pide un peso por hora, salario de hambre que produce vergüenza, y nos lleva a la isla Teja, alemana, en cuyos flancos vemos un baño público donde el pueblo exhibe sus formas esqueléticas y contrahechas. Hay que ver el sur no con ojos de turista, sino de chilenos. En el hotel entran dos niños robustos, de camisas pardas, armados de puñal al cinto, y hacen el saludo nazista.

Crónicas reunidas IV
Joaquín Edwards Bello
Ediciones UDP
Año de publicación: 2012
Genero: Crónica