A la sección Detenidos
Entramos en una calle de edificios altos y de color ocre. La calle era breve, de tres o cuatro cuadras, a lo sumo, y terminaba al pie de un cerro, donde se convertía, como todas, en algo diferente, pues perdía su anchura y su dirección, trepando con trabajo el faldeo del cerro, ayudada por escalinatas de piedra o empinadas escaleras de madera. Nuestro destino era la Sección de Detenidos, edificio macizo y de color sucio, donde funcionaban, además, y seguramente para comodidad de los detenidos, los juzgados; de ellos se pasaba a los calabozos: unos pasos y listo.
	
    Hijo de ladrón  
  
	
    Manuel Rojas  
  
	
    Zig-Zag  
  
	  		
    		Página:
  		
	
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    		Genero:
  		
	
    Novela